Friday, June 24, 2005

tolerancia represiva

A pesar de ser un tema ampliamente discutido a través de la historia del pensamiento filosófico, la extensión de este concepto parece no agotarse ni haber alcanzado su máximo nivel de expresión. La tolerancia ha pasado de un estado activo a uno pasivo; se han proclamado en nombre de la tolerancia y de los derechos humanos acciones belicas, bloqueos comerciales y hasta genocidios. Lo que debió ser una precondición para poder lograr un estado democrático real se convirtió en una herramienta que funciona al servicio de la represión y de la intolerancia misma.

Es esta función de la cual hablaremos en el siguiente ensayo. La tesis presentada aquí tiene su origen en el pensamiento crítico de la escuela de Frankfurt y es dentro de este marco teórico del cual partiremos para el análisis del concepto de Tolerancia Represiva.
Así pues, el problema que se plantea la Tolerancia Represiva tiene como origen la inquietud de responder a las siguientes interrogantes planteadas por Herbert Marcuse:
¿Cuál es el objetivo de la tolerancia? Y ¿Cómo es que se practica la tolerancia en nombre de la represión?

Ahora bien, comenzaremos por señalar históricamente el uso del concepto de la tolerancia y mencionar a grandes rasgos su origen histórico y etimológico.



La palabra tolerancia tiene su origen etimológico del latín: tolerantia de tolero, lo cual indicaba el tener que soportar algo y que en la antigüedad tiene un sentido negativo. La tolerancia para los griegos era similar a la templanza o a la moderación, pero siempre ante algo poco deseable. Históricamente la tolerancia tiene una carga religiosa, es decir, era practicada por la iglesia en actitud de otras religiones y en reconocimiento al libre ejercicio y manifestación de creencias y actitudes.

La tolerancia en este sentido era la aceptación de la otredad, de la coexistencia. Significaba el autorreconocimiento y la posibilidad de comprender a otros, implicaba también valorar a los demás, aunque no necesariamente significaba tener que estar de acuerdo con ellos.

Surge como análisis filosófico a principios de la reforma protestante y alcanza su madurez en la ilustración. Es aquí donde el pensamiento ilustrado contribuyo a desplazar el tema de la tolerancia de un ámbito meramente religioso hacia cuestiones de política y de ética. Esta transición ha servido como base para formar un nuevo tipo de discurso que tiene su origen en la modernidad. El respeto del otro, la diferencia, la pluralidad y la diversidad cultural son elementos que (de acuerdo a un discurso hegemónico) sirven como precondición para una sociedad pacifica que busca alcanzar el ideal democrático.



Ahora bien, en una sociedad democrática ¿Cómo es que se practica la tolerancia en nombre de la represión? La conclusión a la que llega Marcuse es la siguiente:

“The conclusion reached is that the realization of the objective of tolerance would call for intolerance toward prevailing policies, attitudes, opinions, and the extension of tolerance to policies, attitudes, and opinions which are outlawed or suppressed. In other words, today tolerance appears again as what it was in its origins, at the beginning of the modern period--a partisan goal, a subversive liberating notion and practice. Conversely, what is proclaimed and practiced as tolerance today, is in many of its most effective manifestations serving the cause of oppression”. Es decir, para que se pueda ver realizado el ideal o el objetivo de la tolerancia, implicaría necesariamente una actitud intolerante hacia aptitudes políticas u opiniones.

Así pues, la tolerancia se extiende a políticas que impiden o quebrantan las oportunidades de una sociedad a coexistir sin miedo y miseria. En este sentido la tolerancia se ha convertido en un ente activo. La violencia y la represión son prácticas defendidas y respaldadas por gobiernos democráticos totalitaristas, y las personas sometidas a este tipo de gobierno son adoctrinadas y educadas para sostener este tipo de prácticas necesarias para mantener un cierto estado de cosas.

La tolerancia a lo que en un momento fue radicalmente malo se convierte en algo bueno; tenemos como ejemplo el reclutamiento y entrenamiento de fuerzas armadas, el atontamiento (por no poner apendejamiento) sistemático de niños y adultos por parte de la publicidad y la propaganda, la marginación de grupos que son confinados a lugares determinados con la mentira de la tolerancia y de creación de espacios para la libre expresión y libertad de ideas.

A medida de ejemplo podemos también analizar la preocupación desmedida por parte de psicólogos, instituciones de educación y autoridades en educación moral en el incremento en la violencia juvenil; sin embargo, se ven menos interesados en las representaciones graficas de misiles, de la guerra en tiempo real (real time war), bombarderos etc. La delincuencia madura de toda una civilización. Ya Fucuyama había hablado de la frivolización de los medios. La guerra como reality show.

Marcuse menciona que estas no son variaciones o casos aislados dentro de un sistema, sino la verdadera esencia de una estructura que utiliza la tolerancia como un medio para perpetuar la lucha de la existencia y suprimir las alternativas. Por otro lado, hasta los movimientos progresistas peligran en convertirse en su contrario a medida que aceptan las reglas del juego. Si hablamos de una sociedad vista como una totalidad que determina cada relación y condición particular, tenemos entones que en esa misma sociedad siendo represiva, sus relaciones y condiciones serán de acuerdo a la totalidad y tendrán este mismo carácter.

La desaparición de la libertad me viene a la mente al hablar de las determinaciones, sin embargo dentro del margen normativo de una sociedad la libertad de expresión, de prensa y de reunión se ve condicionada por el temor de las autoridades a que se pase de las palabras a los hechos y de los sermones a las acciones. Hoy en día nuestro totalitarismo democrático esta más que nunca consolidado “It is now more necesary than ever than those with free minds rise up against this servile way of thinking, against this miserable moralism in the name of wich we are obliged to accept the prevailing way of the world ans its absolute injustice”

He aqui el papel que Marcuse y Badiou exigen de los pensadores contemporáneos. Es el papel del intelectual el que deberá imponerse, aunque esto parezca elitista. Dentro de un estado de cosas, la tolerancia da entrada a todos los puntos de vista, los comunistas y los fascistas, la derecha y la izquierda, el blanco y el negro, los que están en pro de las armas y en contra de estas. Hoy más que nunca se abren debates en los medios en donde se le otorga la misma validez a una opinión estupida que a una opinión inteligente. Este tipo de tolerancia esta justificada por el argumento democrático en el cual ningún individuo o grupo es poseedor de la verdad y en donde ninguno puede saber con exactitud distinguir entre el bien y el mal.

Sin embargo, bajo el dominio de un lo Marcuse llama ‘monopolistic media’ el sujeto se convierte en el instrumento de poder económico y político, se crea pues una mentalidad de lo que esta bien o mal. Lo verdadero y lo falso están predeterminados por los medios. Por otro lado, se da un ejemplo de cómo funciona esta proposición dialéctica:
Tesis: nosotros trabajamos en pro de la paz; antitesis: nos preparamos para la guerra; unificando los opuestos; prepararse para la guerra es trabajar en por de la paz. Aquí el trabajar por la paz se convierte en algo necesario aunque esto implique prepararse para la guerra, he aquí la justificación en donde los contrarios, guerra y paz se neutralizan.


Conclusión

Si bien es cierto que el ideal utópico de la realización de la tolerancia se ha visto frustrado por mecanismos políticos, y no solo eso, sino se ha llegado a convertir en su opuesto; seria prudente decir que bajo estas condiciones la tolerancia no puede ni ha podido llevar a cabo su función civilizadora. El progreso histórico de tal concepto, se encuentra en relación con la no aceptación del status quo, es decir, salirse de este marco normativo que ha establecido la sociedad.

Este concepto se encuentra totalmente institucionalizado y la única forma de poder combatir tal ideología es proponiendo una especie de tolerancia discriminadora, una especie de desobediencia social, la cual niegue las conductas que hacen posibles la opresión y la destrucción.

Siguiendo por la misma línea de pensamiento Badiou menciona que los supuestos derechos humanos del hombre están sirviendo, en todo los puntos para aniquilar cualquier intento de formas de libre pensamiento. Las intervenciones militares en Serbia, la invasión de Irak y el embargo económico de cuba son solamente ejemplos de cómo bajo un discurso totalmente opuesto se puede llegar hasta legitimizar bajo una ola infrenable de discursos moralizantes.

Así pues, se menciona en el libro de Ethics, como el mundo esta realmente sumergido en un delirio ético, como la contrarrevolución intelectual en forma de terrorismo moral, estaba imponiendo al capitalismo occidental junto todas sus calamidades como un modelo universal. Y es aquí donde el papel del intelectual debe servir para frenar este moralismo miserable y esta manera de pensar tan servil. Esta es la obligación que el intelectual tiene, debemos mantener y preservar las posibilidades históricas que se han convertido en posibilidades utópicas por principio de realidad.

Thursday, June 23, 2005

Nietzsche!!!!

"Lo que permanece lo fundan los poetas".
Holderlin

Antes de empezar este ensayo debo admitir el miedo que siento al intentar escribir sobre F. Nietzsche, creo que será divertido ver como caigo en lo que mas odiaba Zaratustra*(el alter ego de Nietzsche). He sido enemigo acérrimo de las interpretaciones vagas sobre su filosofía, me he reído ante los incautos que esperaban la llegada del súper hombre; cuando lo único que he observado es la llegada del súper hombre masa.


Mi condición de epígono me destruye, no puedo sino hablar callado con mis acciones, es por eso que soy marxista, es por eso que detesto lo que huela a nihilismo chafa. Ese nihilismo que se da en la escuela y en los sueños húmedos de cualquiera que ha pasado la mirada por un libro de Nietzsche. Ese nihilismo lo acepto simplemente como unas vacaciones o como una dieta a este mundo tan atiborrado de posmotontos.


La muerte de dios se anuncio con él “También Dios tiene su infierno: es su amor a los hombres...Dios ha muerto..."(Nietzsche, 1980). Es Nietzsche, quien niega a Dios para volver la mirada al hombre, es Marx quien dice que el ateismo como negación de la esencialidad es la afirmación del hombre. Una misma idea que toma 2 caminos: el primero en un sentido narcisista, el segundo en un sentido de precondición para una revolución libertaria.


¿Quién creen que gano? Ninguno. Tal revolución nunca llego, el sujeto histórico se ha conformado, ni el arte ni los intelectuales han tomado su lugar. Marcuse lo quiso ver así, Badiou pide a los hombres de mentes libres levantarse en contra de esta manera de pensar, pero no pasa nada… La muerte de Dios trajo nuevos dioses, nuevos ídolos. En un sistema donde los hombres crean y adoran, los nuevos reyes son nuestros edificios, nuestros autos, nuestras leyes, nuestra cultura y nuestra economía.


La cita de Holderin que se encuentra al principio de este ensayo no es fortuita, me había propuesto hablar sobre el lirismo filosófico que se encuentra en Nietzsche, sin embargo, la presencia de Marx me causa ruido, por una parte tenemos una propuesta filosófica poética, por otro lado una propuesta política. Así pues, es Nietzsche quien proclama el silencio político de los filósofos, es él quien arroja la filosofía al abismo de la literatura. Una actitud sin compromisos, una actitud que abre la kermés de la subjetividad.



Parece ser una combinación de resignación frente a la necesidad como una voluntad negativa y hasta destructiva de la filosofía. A esta combinación le llamo nihilismo.
Nietzsche demostró meticulosamente que la humanidad prefiere la voluntad de la nada, en lugar de nada en absoluto. Lo cual me lleva al siguiente análisis:



El nihilismo de la ética.


El nombre moderno que se le otorga a las actuales necesidades, es como todos sabemos, economía. Objetividad Económica, la cual deberá ser llamada por su nombre: lógica del capital. Esta, es la base de donde parten los gobiernos para organizar una especie de subjetividad y opinión publica condenada de antemano a ratificar y justificar lo que parece necesario, como por ejemplo: desempleo, desigualdad, persecución de extranjeros etc. Todo esto encaja perfectamente dentro de un estado de cosas que pueden ser tan maleables o tan impredecibles como el clima mismo.


Las políticas parlamentarias tal como se practican hoy no se componen de ninguna forma sobre principios objetivos y lo que es peor, ni siquiera intentan llegar a estos. Consisten más que nada, en tratar de girar el apático consenso publico, en el

objetivo a seguir, el cual por supuesto es la economía. En si misma la economía no es buena ni mala, es en si, el lugar donde no existen los valores (excepto el del intercambio de mercancías). Estos valores, son atribuidos por la política o por el momento que experimentan los valores hacia esta neutralidad. Existe pues, un hueco, una nada, un vació el cual es complementado por elecciones, campañas o por líderes políticos.


Así pues, desde el primer momento en que este vació toma lugar, ya sea en forma de economía o de opinión pública, la ética ha estado presente como un testigo criminal del estado de cosas; esta es la ética nihilista. Ya que desde un principio afirma la ausencia de cualquier proyecto, de cualquier movimiento emancipatorio o de cualquier lucha colectiva. Bloquea pues, en nombre de la maldad y de los derechos humanos, la salida o la ruta hacia la súperhumanidad de la humanidad, acepta el juego de la necesidad, como la base para cualquier juicio de valor.


La relación que existe entre esta tesis y el vitalismo Nietzscheano es evidente. Es pues, una poderosa contribución hacia una aceptación subjetiva del status quo. Por lo tanto, no seria aventurado decir que este nihilismo ético es en parte una de las razones que previenen cualquier idea de un proyecto de pensamiento, en lugar de lo que se pregona como una idea positiva de humanismo.


Lo que se debe entender de esto, es que esta resignación frente a las necesidades económicas no es la única ni la peor de los componentes que integran el espíritu social que se mantiene aglutinado por la ética. La máxima Nietzscheana, nos lleva a considerar que cada no voluntad esta formada por la voluntad hacia la nada, es decir, “a death drive” (Badiou, 2002) un impulso hacia la muerte.


En conclusión, este ensayo ha nacido de mi intento por hacer una síntesis de un análisis desde Marx y Nietzsche. El nihilismo como se entiende aquí es una parte de lo que se vio en clases, es una precondición hacia una etapa posterior, una etapa que no ha llegado y que solo se mantiene en tinieblas a consecuencia de las calamidades del tiempo. Esta es mi forma de no guardar silencio, y creo mas que nunca que he cumplido con un ideal Nietzscheano.


El decirle si a la vida, es una idea la cual lleva implícito un desentendimiento de la situación actual, es una situación en donde todo interés desaparece y en donde toda opinión ha sido remplazada por la verdad a la cual estamos obligados. Los grandes positivistas del siglo XIX habían especulado que la ciencia habría de triunfar ante las meras doxas y creencias. Sin embargo nuestro siglo empezó enterrando las ideas positivistas. El mundo es el mundo por encima de lo bueno y lo malo, el mundo es y seguirá estando más allá del bien y el mal.

Friday, April 15, 2005

Sobre arte

El arte en el contexto marxista siempre sera la ilusión que encubre la realidad, el hecho de que se le de este enfoque al arte ,es muestra de la incapacidad de los marxistas de poder traspolar los mismos criterios que utilizan para los modos de produccion y enfocarlos al arte...la obra de arte en si no es lo importante, sino el proceso de producción......

Friday, April 08, 2005

SOBRE UTOPIAS II PARTE...

Hoy en día, la razón* a mutilado a la mente, ha inevitablemente determinado su desarrollo; y es la ya delirante razón, la que se contrapone al ideal utópico por principio de realidad…

En relación con la utopía, Freud introduce el “principio de realidad”* a los estudios de la meta-psicología, el cual tiene como objetivo señalar la imposición de una realidad falsa, por una que en consecuencia nos alejaría de ésta. Así pues, la razón se ha convertido en nuestro árbitro, mientras las fantasías cumplen una función divertida pero ilusoria. Es por esto que con la introducción del principio de realidad; la actividad mental de la fantasía ‘das Phantasieren’ fue aislada y descartada de toda forma de experimentación de la realidad y como consecuencia subordinada tan sólo al principio del placer.

Freud separa la fantasía como la única forma del pensamiento que realmente es libre, es decir, que no está subordinada a las normas de una libertad represiva y del principio de la realidad fabricado por una sociedad industrializada. Así pues, Marcuse (1999), nos dice que “la imaginación visualiza la reconciliación del individuo con la totalidad, del deseo con la realización, de la felicidad con la razón. Aunque esta armonía haya sido convertida en utopía por el principio de la realidad establecida, la fantasía insiste en que puede y debe llegar a ser real, en que detrás de esta ilusión está el conocimiento. Nos percatamos por primera vez de las verdades de la imaginación cuando la fantasía en sí misma toma forma, cuando crea un universo de percepción y de comprensión- un universo subjetivo y al mismo tiempo objetivo”.
Utopía es entonces la tensión entre la realidad y lo ideal, de lo material y de lo abstracto, y detrás de esta lucha se encuentra determinada la realidad objetiva. Ahora bien, lo ideal y lo material son categorías estrictamente determinadas de fenómenos objetivamente diferenciados, que se constituyen en el proceso real de la actividad vital y material del hombre social. El hombre, en el proceso de producción y reproducción de su vida, comienza a realizar el acto de idealización de la realidad para que una vez surgido lo ideal devenga en un importante componente de su actividad material y comience a tener lugar un proceso de objetivación y cosificación de lo ideal. Pero, como contraparte de esto tenemos que la razón prevalece: es decir, llega a ser poco agradable pero “útil y correcta” y la fantasía queda como algo agradable pero inútil y falso.

Incluso, parafraseando a Cioran (1981), el hecho de concebir con detalles un lugar inimaginable en donde se bendiga al trabajo, nadie tema a la muerte y en donde la fantasía sea racionalizada, sería tomado como un sufrimiento para la razón, una empresa que honra a la razón y desacredita al intelecto. Se podría decir también que hemos llevado con orgullo y ostentación los estigmas de una raza que adora “el sudor de la frente” y que la cosificación entre lo ideal y lo real sobrepasa toda estructura lógica, recordemos entonces que utopía significa [en ninguna parte.]
En relación con la teoría critica, la utopía se da como la no aceptación de un estado histórico existente de lo que “es” y frente a lo que “debería ser”; de modo que, bajo un análisis critico-dialéctico, histórico y negativo, la utopía se entiende como la ruptura total con la sociedad, la negación de la negación, (Adorno, 1966). Por tanto, la conjunción Hegel y Marx se hace evidente. Por otra parte, la introducción de los estudios de la meta-psicología a la teoría crítica, amplio el margen teórico de análisis con respecto a los principios de dominación colectiva, lo irracional y lo racionalizado. En definitiva, para comprender el rumbo de la sociedad burguesa, organizada económicamente a través del capitalismo se hace indispensable la síntesis de las tres grandes concepciones críticas: Hegel-Marx-Freud aplicados dialécticamente al examen de la relación entre racionalidad-irracionalidad y sus efectos sociales e históricos.
En consecuencia, los teóricos de la Escuela de Frankfurt (en especial Horkheimer, Adorno y Marcuse) proclaman que el fin de la utopía ha llegado; es decir, que la humanidad posee ya tantos recursos científicos, materiales e intelectuales que la transformación de la sociedad es casi inevitable. Es por esto, que no se puede tildar de idealistas a los teóricos franfkfurtianos, puesto que la crítica no se funda en meras abstracciones irrealizables; sino en un examen económico, político, social y cultural que no baja del cielo a la tierra, sino que sube a la tierra a una etapa histórica sin dominación irracional e inconsciente.
Con respecto a la teoría Freudiana sobre el principio de realidad y más que nada sobre el tema de la represión colectiva, en esta etapa del capitalismo, la introducción del psicoanálisis y de la meta-psicología freudiana se hace cada vez más necesaria, ya que por primera vez se le daba un uso político a la psicología colectiva. Por otra parte, los estudios realizados desde este marco teórico han arrojado solo dos caminos a seguir en relación con la utopía y es entonces que nos vemos obligados a escoger entre una vida insensata en utopía o una vida en la locura de este mundo.

Ahora bien, la teoría utópica no debe convertirse en ningún momento en ideología, aunque por naturaleza estas dos compartan los mismos rasgos ya que son en alto grado ambiguas, tienen un aspecto negativo o positivo, y un papel constructivo y otro destructivo. Es por eso que la utopía debe seguir ciertos aspectos manejados en la teoría crítica para evitar su advenimiento en ideología. La utopía debe ser entonces:

En primer lugar, histórica, porque la teoría es aclaración sobre la existencia humana y desde un ideal hegeliano de humanización a través de un progreso constatable en la historia por los grupos que son dominados y humillados. En segundo lugar, la teoría debe de ser Dialéctica puesto que su avance es a través de contradicciones captables desde un punto de vista racional, siendo la Razón la tercera y esencial característica de toda teoría que no quiera ser y actuar como ideología. La Razón, en definitiva, es el fundamento de la Teoría Crítica y debe serlo también para la Utopía. Una racionalidad que tiene su herencia en Kant-Hegel y en la universalidad griega clásica.

Ahora, la razón aquí se define como un proceso de análisis causal, pero desde la comprensión de las contradicciones en una dialéctica histórica, que busca las causas de la dominación. En este sentido, se distinguirá siguiendo a Weber entre racionalidad y racionalización. La racionalidad siempre y por fuerza tendrá que ser critica, mientras que la racionalización no es más que el uso del esquema medio-fin en unos objetivos cuyos resultados últimos no sean más que los de consolidar lo constituido. Este sería el fundamento de la razón instrumental. Por ello precisamente, la teoría que no deviene en ideología tiene que ser histórica, dialéctica, racional y negativa.
Recogiendo lo más importante, el final de la Utopía (como lo plantean Marcuse, Horkheimer y Adorno) nos presenta la imponente capacidad de transformación de la que dispone la especie humana. Los ideales utópicos en los que se plasmaban las ilusiones de una existencia plena, son ya posibles gracias a los conocimientos científicos y sociopolíticos disponibles. El hambre, la enfermedad, la precariedad, pueden superarse material y objetivamente. Pero, sobre todo, son la explotación del hombre por el hombre, la agresividad y la dominación las causas de la rémora de la historia.

La lucha contra tales causas es la realización de la Utopía y la instauración de nuevas fuerzas humanas y sociales que hagan renacer ese "principio del placer" con el que Freud restablecía el sentido histórico. Frente a la agresividad de una sociedad guiada por el "principio de destrucción", Marcuse (1999), reivindica el impulso de creación e invención en donde la síntesis de Marx y Freud haga posible el lema de "a cada cual según su necesidad, de cada cual según su capacidad".
En conclusión, la utopía como obra sobre el futuro suele interesarnos solamente si sus profecías parecen verosímilmente a realizarse; sin embargo habrá quienes saquen provecho del ‘shock value’ de sus afirmaciones o de sus criticas y se postren como los que detentan la verdad en un ‘status quo’. Por otro lado, es deber del intelectual criticar severamente a la sociedad y poner en perspectiva las contradicciones del mundo actual y no convertirse en un testigo criminal del estado de cosas actual.

Por otro lado, debemos recordar que las condiciones objetivas están dadas, y que son estas contradicciones las que a través de la historia han generado una praxis revolucionaria. El miedo a la libertad y la interiorización de un estado de cosas nos han llevado hacia una actitud escéptica y poco critica; como consecuencia, hemos ignaurado la gran kermés de la subjetividad en donde los discursos de tolerancia, pluralidad y acertividad, se postergan y se imponen ante categorías como lo cuantitativo sobre lo cualitativo. Mientras existan el hambre, la miseria y la desigualdad de clases, estos discursos se verán obsoletos y reflejaran la incapacidad intelectual, heredera de la razón instrumental y de la racionalidad que nos lleva a aceptar el principio de realidad.